11. Una Nueva Aventura

“Los milagros son a la vez comienzos y finales y, así, alteran el orden temporal. Son siempre afirmaciones de renacimiento, que parecen ir hacia atrás, pero que en realidad van hacia adelante. Cancelan el pasado en el presente y, de este modo, liberan el futuro. Los milagros dan fe de la verdad.”
Un Curso De Milagros

El día 20 de abril tendré mi primer concierto en más de 4 años. He tocado canciones aquí y allá, pero realmente el último concierto en el que reservé una noche con antelación para compartir lo que hago fue en diciembre de 2019. Curiosamente, ese concierto fue en un espacio dedicado a lo sagrado, el estudio de yoga al que iba frecuentemente en aquella época, como una especie de premonición de lo que vendría después. También fue el primer concierto en el que perdí mi voz a mitad del setlist, también premonitorio de las dificultades que tendría en los siguientes años.

Resumo brevemente mi recorrido de los últimos 4 años. Es mucho para un párrafo, así que pido perdón por cualquier daño neurológico que pueda causar.

En febrero de 2020 me voy a la India a hacer yoga y tengo mi primer encuentro con un sabio. Nada más volver estalla la pandemia y con ella mi crisis con la música. Abandono mi camino musical, y ahí muere mi identidad de músico. Me vuelco hacia dentro, meditando y estudiando sobre la mente y la iluminación. Redescubro la semilla dorada que cayó en mi mente 4 años antes, el día de mi primera epifanía. Comienzo, al fin, a cultivarla. Descubro el Zen y el no dualismo (también conocido como sabiduría perenne, la raíz que todas las tradiciones y religiones comparten). Descubro que la felicidad, la paz y el amor no son cosas que buscar fuera de mí, sino que son parte de mi esencia y que por tanto no pueden ser perdidas, pero sí ocultadas. Descubro que, en esencia, no soy un individuo separado de todos y todo lo demás, sino la consciencia pura y universal, sin forma ni límite, de la que todo surge. Esa identificación errónea con el cuerpo es la gran ilusión, raíz de todo sufrimiento, que Buda desveló y de la que Cristo ofrece salvación. Según exploro esto y me abro camino hacia mi interior, de las profundidades vuelve a brotar música. Tiro del hilo y me acaba trayendo a Berklee a estudiar composición. En el primer cuatri tengo una experiencia inequívoca de que lo que soy en esencia es esa consciencia universal. Con ello, veo que mi camino en Berklee no va sobre aprender cosas nuevas para ser mejor músico, sino sobre liberar al maestro que ya llevo dentro. Hay mucho trabajo por delante: estoy lleno de miedos, bloqueos e inseguridades que me impiden compartir mi música y mi voz se tensa y enferma constantemente. En el segundo cuatri, los muros que “protegían” mi corazón estallan y tengo una nueva epifanía en la que veo que mi vida va a ser dedicada a difundir la iluminación. Se abren nuevas dimensiones en mi experiencia del mundo que desafían radicalmente todas las creencias de separación con las que mi mente estaba programada. Se produce un colapso en mi psique y atravieso una noche oscura del alma. De las cenizas de ese incendio comienzan a brotar signos de una vida nueva. Meditando, entiendo lo que debo hacer en esta vida: “restaurar lo sagrado en mí y en mi comunidad a través de la música, la pintura y la poesía”. En el tercer cuatri conozco a mi maestro de qigong, JR. Gracias a él descubro a Jesucristo como una realidad a la que puedo acceder a través de mi corazón recién abierto. Se convierte en mi refugio y guía, y como un músico afinando su instrumento, Cristo comienza a afinarme a mí. Las cosas que me hacían sufrir (enfermedades físicas, patrones mentales negativos, bloqueos y miedos) comienzan a disiparse. Esto parece liberarme para poder dedicar mi energía a cosas mejores. El significado de mi vida continúa cambiando y profundizando.

“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Toda rama que en mí no da fruto, la corta, y toda la que da fruto, la limpia, para que dé más fruto. […] Yo soy la vid y vosotros sois las ramas. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto y mostréis así que sois mis discípulos..” (Juan 15)

Bueno, a pesar de toda esta metamorfosis, mi voz seguía estando bloqueada, perdiéndola a diario no solo al cantar sino también al hablar. Esto me lleva no solo a alejarme de la música, sino también de la gente a mi alrededor, ya que a menudo me siento incapaz de mantener una conversación. Exploro todo tipo de técnicas para liberarla: reiki, Alexander technique, clases de canto, body mapping, quiropráctica, masaje, acupuntura, qigong, yoga, meditación. Nada parece resolver esa tensión.

Hace una semana, mi desesperación con mi voz me llevó una vez más a contemplar abandonar mi camino como músico. Es realmente frustrante no poder usar tu instrumento y seguir avanzando por un camino en el que lo necesitas. Justo esa semana, Erin, la fundadora de Kindred, me escribió para invitarme a tocar en el siguiente concierto. Los conciertos de Kindred son reuniones en un bonito monasterio en Cambridge llamado Peace House, y giran en torno a la contemplación y la creatividad. La idea es tocar durante unos 40 minutos mientras el público pinta, escribe, medita o simplemente escucha. Realmente es mi lugar ideal para tocar, pero con mi voz bloqueada, me planteé decirle que no. Pero antes de darle esa respuesta-derrota, cerré los ojos, observé mi corazón y pregunté “Señor, ¿qué quieres que haga?”. Mi corazón se ensanchó inmediatamente, y con él mi pecho, como lleno de valentía y entusiasmo. Era evidente que debía decir que sí, y eso hice sin dudar.

Al día siguiente, me junté de nuevo con mi maestro de qigong, JR. Tras la clase, me invitó a su despacho a meditar mientras trataba energéticamente a un compañero mío con problemas de sinusitis. Sentí entonces que le tenía que pedir ayuda con mi voz. Le pregunté con timidez y me dijo que me trataría a mí también. El otro chico y yo nos sentamos, y él comienzó a pasearse entre ambos, imponiendo sus manos en distintas partes de nuestro cuerpo, pero sin llegar a tocarlo. Es difícil describir lo que ocurre mientras él hace eso. Simplemente sentí que me entregaba a Dios, un “Hágase tu voluntad” a un nivel tan profundo que por un rato la mente se disuelve y con ella la ilusión de ser una persona separada del resto. Lo que queda entonces es solo amor y reverencia. Justo antes de acabar, noté como si me clavasen una aguja de acupuntura en el cuello, y una tensión se soltó, liberando la musculatura desde la mandíbula hasta el hombro derecho.

Al día siguiente, me volví a juntar con él y, sin haberlo planeado ni pedido, volvió a surgir de forma espontánea una nueva sesión de sanación. En esta ocasión, y sin yo explicarle nada, me trató precisamente los pequeños músculos de la garganta donde tenía la tensión que me hacía perder una y otra vez la voz. Esta vez fue más dramático aún. JR simplemente señalaba a la zona afectada con sus manos santas, y mis músculos se agitaban como resistiéndose a algo. Finalmente, oí en mi mente “Jesucristo, te entrego mi voz”, y acto seguido JR dijo “ahora tu voz ya no está separada, vuelve a formar parte del todo”, que es otra forma de decir lo mismo.

Eso fue el viernes pasado. Viernes Santo, por cierto. Desde entonces, no solo no me he vuelto a quedar sin voz, sino que mi voz está cada día más sana, fuerte y clara. Ayer volví a tener clase con JR. Le di un abrazo, le di las gracias y le dije que mi voz estaba mejorando rápidamente. Le pregunté entonces si esto duraría, porque quizás era mi manera de cantar la que me había causado esas lesiones, y temía que volviesen. Me dijo algo que no entendí en el momento: “ahora cantarás como fuiste sanado.”

Unas horas después tuve una clase en la que siempre sufría porque tenía que cantar muy fuerte para poder oírme. Ayer canté fuerte, pero sin forzar, y mi voz era distinta, mucho más bella e inteligente de lo que había sido nunca. Brotaba sin esfuerzo y con potencia, e improvisaba de una manera que me hizo entrar en un estado meditativo profundo. Sentí que ya no era yo el que dirigía mi voz, sino que ella sola estaba cantando, dirigida por el Espíritu, que pasaba a través de mí haciendo vibrar mi cuerpo de una manera exquisita. Nunca había disfrutado tanto de cantar. Entendí entonces a lo que se refería JR. Fui sanado por el Espíritu (JR es solo el canal, como una antena afinada a ese amor infinito), y ahora era el mismo Espíritu el que utilizaba mi voz para cantar. Puedo confiar en que no me heriré más al cantar.

Ahora tengo algo más de dos semanas para repasar mis canciones y volver a presentarme como Astro Fonda guitarra en mano. Pero todo ha cambiado, y las razones por las que ahora toco son radicalmente distintas.

Erin llamó al evento del 20 de abril “Restaurando lo sagrado con Astro Fonda”. Con eso volvió, después de casi un año dormido, aquel pensamiento-misión: “restaurar lo sagrado en mí y en mi comunidad a través de la música, el arte y la poesía”. En un primer momento sentí una inseguridad tremenda, pero al mirar hacia dentro, una voz retumbó en mi interior “OWN IT”, una mezcla entre “acéptalo” y “es tuyo”. Acepté, y una nueva aventura se ha abierto ante mí. Comienza con una pregunta sencilla, complicada, esencial:

¿Qué es lo sagrado?

Ya llevo unos días buscando respuestas, y el que busca encuentra. Quizás escriba sobre ello para la semana que viene. Si me queréis ayudar en la búsqueda, contestando a este email con vuestras reflexiones al respecto, o simplemente diciendo qué cosas en vuestra vida consideráis sagradas, creo que puede ser un buen ejercicio comunitario del que todos saldremos ganando. Ahí lo dejo.

Gracias por leerme y por abrir la mente a lo que cuento. Como dijo Mary Oliver: “Deja algo de espacio en tu corazón para lo inimaginable.” Eso es todo lo que hace falta.

Con todo mi amor y agradecimiento,

A.