Perdón por el retraso de esta carta. Se ha debido de extraviar en Correos.
La verdad es que el viernes, pasé el día entero en un estado creativo febril, trabajando simultáneamente en una composición, un proyecto de diseño gráfico y en otra carta. Llegué a un punto de tal de cansancio y frustración, que decidí dedicar el sábado a no hacer absolutamente nada productivo.
El proceso creativo a veces es así; algunas veces las cosas más maravillosas aparecen de la nada y sin ningún esfuerzo, y otras veces no hay quien avance una línea más.
Estoy aprendiendo a reconocer ese esfuerzo y a dejarlo ir. Intuyo que el esfuerzo, tan valorado en nuestra cultura, realmente es una forma de resistencia. Esto es muy evidente durante el proceso creativo. Es como darle patadas a un olmo a ver si cae alguna manzana En su lugar, estoy aprendiendo a hacer las cosas desde el poder.
Como esta foto, fruto de la más exquisita inspiración (la razón, abajo a la derecha).
La diferencia entre hacer las cosas a la fuerza o desde el poder radica en el sujeto de la acción, en quién está ahí sentado creando algo. El esfuerzo aparece cuando es el ego el que hace. El poder aparece cuando el ego se aparta de en medio y es el campo infinito el que crea.
El ego es limitado, inseguro, tiene energía limitada y busca entre lo conocido para tratar de hacer algo nuevo. El poder es ilimitado y creativo. Cuando uno crea desde ahí, puede pasar horas creando cosas sorprendentes, sin parar y no solo no se cansa, sino que experimenta una energía cada vez mayor.
La misma Inteligencia que crea, instante a instante y llena de deleite, las flores de esta carta, es la Inteligencia a la que podemos abrir nuestras mentes para que nos use como sus instrumentos. Si es capaz de crear el universo entero a partir del vacío, es capaz de rematar la canción o de elegir el color adecuado para que la obra sea lo más armónica posible.
Una oración que hago a menudo para apartarme de en medio es “Señor, soy tu instrumento, haz de mí un vehículo de tu creación.” Otras veces cambio la palabra creación por amor o paz, según hacia dónde quiera dirigir mi vida ese día.
Pero bueno, el viernes el cielo estaba encapotado, y no hubo manera de acabar la carta.
También estoy en la fase inicial de una faringitis. Muy oportuna, ya que tengo mi primer concierto en 4 años el sábado que viene. Claramente es un mecanismo de defensa por parte de mi miedoso ego, que dice algo así: “si enfermo ahora, no tendré que enfrentarme a una situación tan peligrosa como es un concierto.” El pensamiento es poderoso. Puede hacerte enfermar. Puede hacerte sanar.
Lo bueno es que está siendo una gran oportunidad para dejar ir todas las emociones negativas que he acumulado con relación a mi voz. Siento que el Universo me está diciendo “si quieres cantar, renuncia por completo a tu voz.” En ello estoy, Querido, y la verdad es que, a pesar de estar enfermo una vez más, y de tener un concierto en pocos días, siento una paz tremenda. Ni rastro de ansiedad, miedo, frustración o pena. Cada vez que alguna emoción así surge (y vaya si surgen), la entrego rápidamente, y se disuelve en la luz de mi consciencia, dejando tras de sí solo alegría y confianza. Si Dios quiere que cante, cantaré. Si no, fue bonito mientras duró, y a otra cosa, mariposa.
Estando así el panorama, el sábado decidí no trabajar lo más mínimo y descansar. Dormí, paseé, hice mis prácticas y mis rezos (la palabra en sánscrito para esto es sadhana, ¿bonita verdad?), cociné una pasta alla norma riquísima y fui al cine a ver Dune con B.
Hoy hemos salido a pasear y Boston estaba lleno de flores. Qué bien haber llevado la cámara. Este es mi reportaje de lo bonito que ha sido este domingo.
No hay mucho más que contar a este lado del Atlántico. Teniendo en cuenta que esto llegará a ti en lunes, te dejo una perlita de mi querido Dr. Hawkins, cuyos libros te recomiendo encarecidamente. Un buen lugar para empezar es “Dejar Ir: El Camino de la Entrega.” La paz que estoy experimentando a pesar del aparente desastre de estar enfermo es gracias a lo que aprendí en ese libro.
El siguiente párrafo es una transcripción que hice de una clase suya (“Perception & Positionality” – June 2004). Espero que te ayude a empezar la semana y el resto de tu vida con buen pie.
On how to recontextualize the feeling of being buried in work:
You give everything you do your maximum and you surrender it to God as you do it. That way you bring up the joy of your own existence. Like right at this moment: I’m answering you to the best I can and I’m very conscious and aware of your presence, and the presence of the books on the table and the presence of the audience. I’m being maximally what I could be at this moment. I have no regret that I’m not being more than what I’m being, because I’m being all that I could be right now. When I dig a ditch, I dig it with absolute ferocity. So, I give maximum what I am to everything I do. Whether it’s mowing the lawn, petting the kitty, writing a book, you knock your brains out to do the maximum, to actualize your potential. And that brings you joy so that every moment is equally joyful. The source of joy is within you. So, be the best you can be. Be the best parent, the best spouse you can, be the best citizen you can, be the best spiritual example you can be, and you’re doing all that simultaneously. What we can do for God is simultaneously what we can do for ourselves. To be all that we can be to the fullest extent we can be that. You will never have any regret.
Divinity delights in the fulfillment of that which it created.
Hasta aquí la misiva. Que tengas una bella semana.
Con todo mi amor,
A.