25. ¡A por el sexto cuatri!

Aquí acaba la segunda semana de mi sexto cuatrimestre en Berklee. En solo dos semanas he aprendido/descubierto/entendido tantas cosas que en realidad serían suficientes para pasarme unos meses integrándolo todo. Así de intenso es Berklee, y así de intenso soy yo también. Pero el tren no para aquí. Aún me quedan tres meses y medio por delante, como un tsunami de experiencias, descubrimientos y aprendizajes viniendo hacia mí.

Todos los cuatrimestres han sido así. Haré aquí un breve repaso de lo que cada uno de los 5 tsunamis me trajeron con su paso.

El primer cuatri trajo consigo la experiencia inequívoca de que lo que soy en realidad está más allá del cuerpo y de la mente. Lo que soy en esencia es la consciencia sin límites que comparto con todos los seres vivos. Lo que soy en esencia está más allá del tiempo y el espacio. Ahí tuve una serie de experiencias de unidad con todo que fueron bellísimas y también tremendamente desconcertantes. Un gran cambio de perspectiva: no soy un hombre luchando contra el universo, soy el universo amando a un hombre.

El segundo cuatri tuvo dos mitades claramente diferenciadas. En la primera, iba por ahí como un pequeño sol. Irradiaba paz y alegría de tal manera que la gente alrededor de mí en el metro se ponía a meditar y a sonreír conmigo. Hice un montón de amigos en aquellas primeras semanas.

Después, un día y sin verlo venir, sentí de pronto una melancolía profunda y una hipersensibilidad que me hizo huir de la ciudad y buscar refugio en un parque. Al llegar, no encontré la paz que buscaba, sino todo lo contrario. Mis sentidos comenzaron a ensancharse tanto que sentí un abismo abrirse bajo mis pies. No me quedó otra que rendirme por completo. En ese instante, algo parecido a un rayo me atravesó. Sentí cómo se encendía una estrella en mi abdomen y cómo mi corazón se resquebrajaba y abría al vacío. Esa noche tuve una segunda gran epifanía en la que, entre otras cosas, recibí una serie de instrucciones sobre cómo iba a ser mi vida a partir de entonces. Sentí la Voz de Dios hablándome a través de una canción de Brittany Howard, que decía así:

Prometo pensar antes de hablar,

tener cuidado con a quién le doy mi energía,

porque se requiere para una causa mayor,

mayor que mi propio orgullo.

Y esa causa es difundir la iluminación

del amor, la compasión y la humanidad

a aquellos que no han sido tocados por su luz.

Esa apertura cambió radicalmente mi manera de percibir el mundo. Mis sentidos me mostraban lo mismo de siempre: el mundo físico del día a día. Pero mi visión se despertó también a un campo invisible de energía en el que podía ver la esencia de las cosas. Y detrás de ese océano de energía, el vacío. Ahora, en lugar de ir como un monje feliz en el metro, iba siempre a punto de llorar, viendo lo que cada uno de las personas de mi alrededor llevaba en el corazón. Y sobre todo, era consciente de lo que yo mismo llevaba en mi corazón, y la cantidad de dolor que había ahí acumulado. Ese dolor ahora quería salir, y pasó a través de mi pecho como un río de forma ininterrumpida durante un mes y medio. Solo encontré consuelo en la oración y la música. Dejo aquí los discos que me acompañaron durante aquella noche oscura (puedes hacer click en la foto para oírlos).

También me sentí acompañado por Hallelujah, de Leonard Cohen, la versión de Jeff Buckley. En especial entendí cuando cantaba “Love is not a victory march, it’s a cold and it’s a broken hallelujah.”

Durante ese tiempo, me planteé abandonar la vida en sociedad e irme a un monasterio. Pero la respuesta llegó de la mano de la pregunta: no, mi camino era quedarme en sociedad, dedicarme al arte y formar una familia.

Amén.

Por último, vi con claridad que este cuerpo era mortal, y que eso estaba bien. Lo que yo soy en realidad no puede morir.

Todavía sigo procesando e integrando el segundo cuatri.

Glup.

El tercer cuatri vino al rescate. Conocí a mi maestro de qigong, que es un hombre realmente iluminado. Lo supe antes de empezar la primera clase, simplemente sentado en su presencia. Como dije antes, mi consciencia se había despertado a lo que los hippies llaman las energías. Con la mayoría de la gente, lo que percibía eran cúmulos de emociones difíciles de digerir. En presencia de mi profe, sentí que estaba sentado en una nube en el cielo. Desde entonces he dado 4 horas semanales de qigong con él en las que hablamos poco. No es una clase de teoría sobre la iluminación, es una clase práctica, vamos sin rodeos a la experiencia directa. Una de sus frases favoritas es “no creas nada de lo que te digo”. Lo que él enseña es una transmisión silenciosa de la verdad a través de ese campo sutil de la energía. Fue en este tercer cuatri cuando un día, en una sesión a solas con él, descubrí que Cristo era una realidad viva en mi corazón. Ese cuatri también empecé Un Curso de Milagros: un curso de un año que a través de la contemplación de sus 365 lecciones, enseña a vivir en comunión con Cristo a través del perdón. Voy por la lección 354.

El descubrimiento de la realidad y soberanía de Cristo lo cambia todo. Repasando mi diario de 2023, me he encontrado esta entrada, que refleja cómo estaba mi mundo interno en esos primeros meses tras el gran descubrimiento:

Jueves 25 de mayo de 2023

Jesucristo, invoco tu presencia. Guía mis palabras, para que estén afinadas con la tuya. Necesitamos un lenguaje capaz de abrir un portal hacia Ti, aunque sea por unos minutos, para recordar (en el sentido de volver a pasar por el corazón, revivir en el corazón) el recuerdo de que lo que somos en esencia es divino. Hay libros maravillosos explicando distintos caminos de vuelta a Ti; no te pido eso. Te pido un arte que sea capaz de despertar el recuerdo lo suficiente como para resucitar una curiosidad dormida. Por favor, Señor, utilízame como un vehículo de tu Amor divino, como un instrumento de tu Música, para que al oírla, mis hermanos y hermanas miren hacia Ti y se reconozcan en esa visión. Por favor, Señor, inspírame canciones que expresen las verdades que me has enseñado para poder compartirlas de la manera más potente que sea capaz. Disuelve los obstáculos que hoy me entorpecen para desarrollar esta obra divina. Cántame Señor.

Hoy he soñado Contigo. Estaba en una isla minúscula, llena de hombres encadenados a un muro. Delante de nosotros, las olas agitadas. Entonces apareciste en tu forma de Jesús, levantaste mis cadenas y comenzaste a andar sobre las olas. Yo te seguía de cerca, pisando sobre una columna caída al mar, hasta llegar a un portal de piedra. Tiraste entonces mis cadenas con una fuerza tremenda contra la roca, y las cadenas estallaron en un gran destello. Por fin libre, te seguí a través del portal hacia el mar abierto.

El cuarto cuatrimestre trajo consigo una enseñanza muy importante para mí. Siempre fui un “romántico”, en el sentido de que me enamoraba de una chica después de otra. Realmente lo que estaba pasando ahí es que mi anhelo de fundirme en un amor eterno estaba siendo proyectado sobre la figura de la mujer, y no hay mujer en este mundo que pueda llenar ese vacío infinito de forma eterna. Solo algo igualmente infinito y eterno puede llenarlo. Como dijo San Agustín: «Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti.»

Al inicio del cuarto cuatri conocí a B. Reconocí en ella el potencial de formar una gran relación, y sentí que mi anhelo al fin era contestado. Pero al mes de empezar nuestra relación, mi corazón me guió hacia un auténtico lío. Es una larga historia, pero por unos días pensé que mi relación con B. se había acabado y que Dios en realidad me quería plenamente para sí. “Si quieres que me haga monje, que así sea”. Pero parece que aquel no era mi destino. Toda aquella turbulencia sirvió para revelar en mi experiencia directa aquello que ya sabía intelectualmente: que ese amor eterno e infalible que mi alma buscaba esta realmente en lo más profundo de mi corazón. El deseo de estar con alguien desapareció por completo, y sentí una libertad extraordinaria. Desde esa libertad, B. y yo nos volvimos a juntar. Ahora sí pude comenzar mi relación con ella viendo las cosas con claridad: ella no es mi salvadora, es mi compañera, y el salvador lo llevamos ambos en nuestros corazones. (Esto es una simplificación y es un tema bellísimo que me gustaría explorar en otra carta).

Durante ese cuatrimestre, también comencé a recuperar la alegría de cantar, perdida unos años atrás bajo un manto de miedo y enfermedad. Pero ahora Cristo estaba ahí conmigo en mi día a día, y el miedo y la enfermedad no pueden durar mucho en su Presencia.

La resolución llegó durante el quinto cuatrimestre. Mi incapacidad de cantar me llevó a plantearme abandonar mi camino como músico. ¿Qué sentido tiene querer dedicarse a cantar si no puedo usar mi voz sin hacerme daño? Esa desesperación me llevó a pedir ayuda (ese es el patrón, amigos: llegar al límite, rendirse, y encontrar a Dios al otro lado del miedo). Le pedí a J., mi maestro de qigong, que me ayudase. Fueron tres sesiones, no más de 30 minutos en total en las que, sin siquiera tocarme, solo proyectando energía divina sobre mí, mi voz se abrió. Entendí por qué Un Curso de Milagros se llama así. Él lo ha hecho 16 veces.

Eso es lo último de lo que me siento preparado para hablar. Desde entonces, los cambios y las relevaciones han continuado, pero todavía están demasiado cerca como para verlas con claridad. Sólo sé que este cuatrimestre empieza con una intención muy clara: la prioridad es mantener la calma. Todos estos cuatris anteriores han sido extremadamente estresantes. Ahora la enseñanza que se está abriendo es la siguiente, en palabras del sacerdote francés Jacques Philippe: “todas las razones que tenemos para perder la paz son malas razones.” Es decir, no hay nada en este mundo que de forma justificada pueda quitarnos la paz. El ego se resistirá y dará infinitas razones por las que en este caso particular es imposible estar en paz. Ninguna de esas razones es verdad. La solución, también en palabras de Jacques Philippe (en su maravilloso y corto libro “La paz interior”):

“Para mantener la paz en medio de los avatares de la existencia humana, no tenemos más que una solución: apoyarnos únicamente en Dios con una confianza plena en Él.”

Esa es la práctica ahora. Comenzar a cultivar la paz que trasciende el mundo.

Amén.

Con todo mi amor,

A.

PD: según he acabado de escribir la carta, he abierto el móvil y me he encontrado un mensaje de un amigo. Es entrenador personal, un auténtico maestro del cuerpo. Desde hace unos meses, nos juntamos todas las semanas: él me enseña a entrenar mi cuerpo, y yo le enseño música y a tocar la guitarra. Ayer tuvimos una clase bastante profunda de música, y hoy me manda esto:

I’m realizing what you’re doing for me. You are making music come alive for me. Funny, it always sounds/feels more intense after hanging out with you. It’s becoming a very deep experience for me. In my body and more specifically, my heart.

[Traducción: Me estoy dando cuenta de lo que estás haciendo por mí. Estás haciendo que la música cobre vida para mí. Es curioso, siempre suena/se siente más intensa después de pasar tiempo contigo. Se está convirtiendo en una experiencia muy profunda para mí. En mi cuerpo, y más específicamente, en mi corazón.]

¡La oración que escribí el año pasado se está volviendo realidad!

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