Me siento a escribir oyendo el traqueteo de la tapa de una olla y el burbujeo de otra. Estaba preparando un puré de verduras y algo de arroz, pero en realidad estaba pensando en Esferas.
Echo de menos Esferas. Esa tensión creativa constante, sin expectativas pero lista para disparar en cualquier momento. Me mantenía muy atento a las cosas que iba aprendiendo para después compartirlas. Era una forma de mantenerme agradecido y consciente de cómo voy creciendo poco a poco. Y sobre todo, era una forma de cultivar y poner mis dones al servicio de mi comunidad. Intuyo que ese es el propósito de la vida, así que no es algo de lo que me quiera desviar mucho.
Este verano decidí pausar; mi madre me dijo “¿por qué no descansas?” y algo dentro de mí dijo un “Sí!” que sonó como el Aleluya de Händel. Creo que lo necesitaba. Y ahora que el nuevo cuatrimestre ha empezado, es un desafío volver a abrir el gran hueco que este proyecto requiere. Cada carta me llevaba en torno a un día completo de trabajo (a veces más), mientras escribía, reescribía, meditaba, releía, reescribía, elegía las fotos y programaba todo en Mailchimp y después en astrofonda.com.
Este cuatrimestre siento que el viento ha cambiado y me impulsa en otra dirección. Quizás no tanto hacia compartir, y de nuevo más hacia cultivar. Tengo una asignatura llamada Producción Avanzada para Songwriters, que me tiene fascinado. La profesora nos dijo el primer día que no iba a enseñar cosas técnicas, que para eso estaba YouTube. Lo que íbamos a explorar y desarrollar en esa clase era nuestra visión.
Habló de cómo, según entramos en la era de la inteligencia artificial, gran parte de la música que el mundo consume iba a pasar a ser generada por IA. Lo llamó la “música de utilidad”, que es la música que escuchas sin que te importe quién la ha hecho: playlists de jazz tranquilo o de lo-fi para estar por casa, música del supermercado, de los anuncios, música de meditación, de los vídeos de YouTube… de todo eso se ocupará la IA.
¿Qué nos queda a los humanos? A esta pregunta, la profesora contestó que los músicos del futuro serían líderes espirituales, transmitiendo una visión de la vida que va mucho más allá de la música en sí. Habló de Taylor Swift o de Drake como líderes religiosos, capaces de influenciar el comportamiento, el lenguaje, la vestimenta, los códigos e incluso los valores de sus millones de seguidores a través de su música y su personalidad. Eso no lo puede imitar una IA. Y de eso iba a ir la asignatura: desarrollar una visión profunda y coherente que informe a todos los aspectos de nuestro trabajo.
I’m in!
Entendí que todo el tiempo y esfuerzo que le dedicase a esa asignatura, todo el valor que pusiese en cada proyecto, me sería devuelto multiplicado enormemente. Así que esa es mi nueva prioridad, y se está comiendo el terreno de Esferas. Seguiré escribiendo, pero tendrá que ser o en menor frecuencia o en menor profundidad. No sé cómo evolucionará. Lo que sí sé es que no lo quiero dejar caer. Así que aquí estoy. Hola.
Antes de despedirme quiero compartir algo breve y bueno que leí esta semana. Lo encontré en el libro “The Art of Possibility” de Benjamin Zander, un director de orquesta octogenario y muy carismático al que he tenido la suerte de ver varias veces en Boston.
En este capítulo, te invita a reflexionar sobre las maneras en que contribuyes al mundo que te rodea. Puede ser la actitud con la que eliges llevar tu día, pequeños o grandes gestos… todo lo que se te ocurra que, viniendo de ti, tenga un efecto positivo en tu entorno.
El capítulo empieza con esta pequeña historia, y con ella acabo:
Paseando por la orilla del mar, un hombre ve a una joven que parece estar bailando cerca del agua. De forma cíclica, la joven se agacha, se vuelve a enderezar hasta alcanzar su altura completa y extiende su brazo en un arco. Al acercarse, el hombre ve que la arena a su alrededor está cubierta de estrellas de mar, y que ella las está lanzando, devolvíendolas una por una al mar. Él se burla ligeramente: «Hay estrellas de mar varadas en la arena hasta donde alcanza la vista. ¿Qué diferencia puede marcar salvar a unas pocas?» Sonriendo, ella se inclina una vez más y lanza otra estrella de mar hacia el agua, diciendo serenamente, «Sin duda, marca una diferencia para esta.”
Con todo mi amor,
A.
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